Entrevistamos a Amparo Climent, artista pluridisciplinar, pintora y actriz que durante años se dedica profesionalmente al mundo de la interpretación. Licenciada en Bellas Artes, ha realizado exposiciones en Europa y América. Estudia cine, guion y dirección, y realiza numerosos cortometrajes como guionista y directora. Desde 2015 ha dirigido dos largometrajes. Es miembro de la Junta Directiva de la Academia del Cine Español, de CIMA y del Colectivo Generando Arte, y forma parte del consejo de administración de AISGE. También es co-creadora de la agencia de guionistas Sinopsis y directora de comunicación de ABC Guionistas.
Entrevista por Montse de la Cal
[...] La vida del subsahariano en Marruecos es una vida muy triste y muy dura porque no tienen alimentos, dinero, ni asistencia sanitaria. Esto añadido a la presión constante de la policía y los militares marroquís [...]
¿Qué es 'Las lágrimas de África'?
Es un relato visual sobre los subsaharianos y las subsaharianas que están en los montes de Marruecos, incluso hasta tres años, esperando el momento de atravesar el mar o saltar la valla de Melilla, para llegar a Europa.
En Febrero de 2015 presentas la exposición "Las lágrimas de África" y en octubre estrenas el largometraje documental del mismo nombre. ¿Cuándo surge la necesidad de este proyecto?
Surge a partir de los sucesos de la playa del Tarajal, hace dos años, cuando un grupo de subsaharianos intentaban atravesar a nado el mar para entrar en España. Las fuerzas del orden lanzaron botes de humo, pelotas de goma, y a consecuencia de ese ataque murieron 15 subsaharianos, que la mayoría no sabían nadar. Aquello me conmovió y me dije que no podía ser que esto estuviera pasando en mi país. Me saqué el billete y me fui para allá, yo sola, no conocía a nadie. Crucé la frontera, subí a los montes y fueron dos años de trabajo, de convivir con ellos y con ellas, en distintos campamentos.
Marruecos no permite la libre circulación de personas subsaharianas. ¿Dónde y cómo viven los cientos de africanos clandestinos mientras intentan cruzar a España?
La vida del subsahariano en Marruecos es una vida muy triste y muy dura porque no tienen alimentos, dinero, ni asistencia sanitaria. Esto añadido a la presión constante de la policía y los militares marroquís que están por el monte. Yo lo he vivido, no es algo que me hayan contado, y es que a media noche aparecen los militares con perros, linternas, gritos, machetes, y hay que salir corriendo, a unos les pegan, a otros les detienen, sufren muchísimo. A la vez tienen que mantener que están bien, se comunican con sus familias cuando pueden diciéndoles que todo va bien, y claro, es una presión psicológica muy fuerte. A las mujeres las explotan, las utilizan para la prostitución y muchas de ellas están con bebés o están embarazadas y tienen el bebé allí.
[...] Estoy convencida de que esto lo vamos a pagar todos. Va a llegar un momento en que esto va a dar la vuelta y nos vamos a arrepentir de lo que estamos haciendo [...]
Algo que impacta del largometraje son las sonrisas y la esperanza de los subsaharianos que sobreviven en los montes. ¿Cómo te acogieron, cómo fue convivir con ellos?
La experiencia ha sido hermosísima. Jamás, en ningún momento, he sentido miedo. Soy mujer, viajaba sola y ha habido veces que en el monte estaba rodeada por 300 hombres. Es una gente maravillosa, me abrieron sus corazones para contarme sus penalidades y lo que han dejado atrás. No ha habido episodios de violencia que haya presenciado, nunca, y han sido dos años de viajes para allá.
¿Cuáles son las vías que usan estas personas para entrar en España?
Las vías son la valla de Melilla o de Ceuta y el mar. Las mafias les cobran un dinero por atravesar el mar. Muchos recurren a familias que están viviendo en Europa, que haciendo un esfuerzo muy grande se lo envían para que puedan pagar su billete. Eso son fundamentalmente las mujeres y los niños. Pero los que están en el monte Gurugú son los más pobres de todos porque no tienen absolutamente nada, ni familia, ni nadie a quien recurrir para conseguir ese dinero. Con lo cual solo les queda saltar la valla; entonces lo intentan y lo intentan.
Dices en la película que "una de las cosas más terribles que has vivido en estos viajes a la frontera sur han sido los saltos a la valla de Melilla", ¿nos quieres hablar de ello?
Los saltos a la valla de Melilla es lo más impactante de todo porque generalmente se producen de madrugada, como a las 5 o las 6 de la mañana, e inmediatamente ya los radares los están detectando. Con lo cual, cuando empiezan a trepar por la valla ya está aquello lleno de coches de policía. Los periodistas se dedican –y yo cuando he estado allí me he juntado con ellos desde las 5 hasta las 10 de la mañana– a recorrer toda la valla, que son 12 Km., subiendo y bajando en coches y motos, por si hay algún salto inmediatamente comunicarlo al resto. Cuando llegas allí ya ves a esta gente subida a la valla, gritando "bossa, bossa", que su grito de libertad y de victoria. Muchos están con los pies descalzos, destrozados, sangrando, no solo por las concertinas de las vallas sino porque la policía marroquí, y esto me parece ya lo más salvaje de todo, ha metido dentro de la maleza que está antes de las vallas cuchillas y concertinas emboscadas en la vegetación.
Una vez encaramados en la valla, ¿es fácil para los subsaharianos dar el salto a España?
Una vez encaramados, que pueden estar hasta 14 horas, todos nos preguntamos, ¿qué es lo que pretenden?, si no van a poder entrar en Melilla porque está lleno de policías, de focos y les van a coger; de hecho a los que bajan ya agotados los cogen e inmediatamente los deportan, ilegalmente claro. O sea, abren la puerta de la verja y se los entregan a la policía marroquí. Entonces, ¿por qué siguen ahí? Porque ellos tienen la esperanza de que en un determinado momento el grupo que esté allá arriba saltará y la policía no podrá cogerlos a todos. Y alguno llegará corriendo hasta el CETI, donde ya estará seguro. Muchas veces aunque sean 200 no puede entrar ninguno, pero ellos han llegado hasta ahí y tienen que intentarlo.
Hasta el 2015 España había gastado en las vallas de Ceuta y Melilla, instaladas en los años 90, 140 millones de euros. Las últimas obras de mejora del paso de Beni Enzar costaron otro millón más y hay un proyecto de modernización de ocho millones. ¿Este dinero lo estamos invirtiendo en un mejor trato a las personas?
Nos estamos gastando esos 140 millones de euros en protegernos de estas personas. Esto es lo que dice el gobierno. Pero en realidad lo que hacemos es invertir ese dinero en crearles más dificultades para entrar en nuestro país. ¿Y cuáles son las dificultades? Pues ahora mismo hay tres vallas de 6 metros de altura, además de un foso como de tres metros, que es casi imposible llegar a él. Y nos estamos gastando el dinero en dárselo a Marruecos para que reprima ese flujo migratorio. Y de hecho está clarísimo, cuando Marruecos quiere dinero y no se le da, se posiciona pasivamente ante el asalto a la valla y los subsaharianos pueden entrar. Cuando reciben dinero hay una represión antes de que salten la valla.
[...] un grupo de subsaharianos intentaba atravesar a nado el mar para entrar en España. Las fuerzas del orden lanzaron botes de humo, pelotas de goma, y a consecuencia de ese ataque murieron 15 subsaharianos; la mayoría no sabían nadar [...]
¿Pudisteis grabar en la valla de Melilla? Porque hay periodistas que han sido multados y confiscadas su cámaras por tomar imágenes de la policía cometiendo actos delictivos.
Hace unos meses los periodistas y yo misma rodábamos a dos metros de la valla, pero ahora te hacen la vida imposible. Te piden la documentación, te ponen multas continuamente, acotan la zona para que no puedas llegar ni siquiera andando. Porque antes acotaban la zona pero dejabas el coche en algún sitio y te ibas caminando hasta que en algún momento llegabas a la valla. Con lo cual, ya no sabemos cómo están tratando a los subsaharianos, no vemos como los están deportando, no tenemos documentación ni información, solo la que nos quieran dar, claro.
El servicio jesuita inmigrante de España ha publicado el informe "Sin protección en la frontera. Derechos Humanos en la Frontera Sur: entre Nador y Melilla." ¿Nos puedes hablar de la labor que hace este servicio?
Hay algo importantísimo en la valla de Melilla, que yo lo saco en el documental, el sacerdote jesuita Esteban Velázquez que trabajaba en Nador, una persona maravillosa. Este jesuita se dedicaba con un equipo reducidísimo de cuatro personas y una furgoneta, a subir a los montes a recoger a las mujeres que iban a dar a luz y llevarlas al hospital, a preocuparse de llevarles mantas, plásticos, alimentos, lo que podía dentro de sus posibilidades. Y sobre todo, a recoger a los heridos de la valla de Melilla y trasladarlos al hospital. Es un luchador extraordinario, y en uno de los viajes que hizo a Melilla ya no le dejaron pasar a Marruecos. De esto hace unos meses, yo le he llamado, he intentado contactar con él, pero no he podido. Con lo cual, ya no sé quién está trabajando allí ahora mismo.
En febrero de 2015 viajaste a Bruselas, al Parlamento Europeo, para cumplir una promesa.
La primera vez que subí al monte Gurugú me preguntaron a qué me dedicaba, si era periodista. Yo dije que no, que soy artista, y que no sabía muy bien qué es lo que iba a hacer, solo quería saber en qué condiciones vivían y quizás denunciarlo. Entonces les sorprendió que una artista estuviera allí. Sin yo decirles absolutamente nada se marcharon, en ese momento había 200 o 300 hombres, y cuando regresaron me regalaron más de 40 dibujos y cartas donde cuentan su tragedia. Se ven subidos a la valla sangrando, el policía que les está pegando con un palo, como van a la basura a por comida y los marroquís les pegan. Y unas cartas desesperadas de sus condiciones de vida. A mí aquello me conmovió tremendamente y les dije "esto que me habéis dado tan importante, no sé de qué manera, pero algún día lo voy a llevar al Parlamento Europeo". Ese fue mi compromiso. Yo no conocía a nadie en Bruselas, pero después se hizo una gran exposición con los dibujos, donde participaron más de 100 artistas, poetas, escritores, y de ahí salió el compromiso de Paloma López, eurodiputada de Izquierda Unida, que cuando conoció el proyecto yo le pedí que me llevase a Bruselas. Y me llevó a mí y a más de 20 personas, activistas, periodistas, artistas, que denunciamos la situación, haciendo además esa gran exposición de los dibujos de los subsaharianos.
[...] a media noche aparecen los militares con perros, linternas, machetes, a unos les pegan, a otros les detienen [...]
España exporta a Europa su valla que solo se construye en Málaga, según alardea el eslogan de una empresa malagueña. Hungría nos pone de ejemplo a seguir. Y tú también viajas a esa frontera, ¿por qué vas a Idomeni?
Después de "Las lágrimas de África", vino un momento de desesperación porque vi que esto mismo se estaba reproduciendo en Europa. Al conocer lo que estaba pasando en Lesbos, los refugiados que estaban ahogándose en las pateras, lo más inmediato fue ir a ese lugar a ver si de alguna manera podía colaborar. Viajé a Idomeni y entonces me llevé la sorpresa de que había un campamento inmenso en medio de la nada, del fango y la soledad más absoluta, donde había miles de personas pegadas a la valla, esperando para cruzarla y continuar camino hacia Europa. Lo que más te impacta cuando llegas, bueno, cuando llegabas, porque ya sabéis que han echado a todo el mundo, era la cantidad de niños que había. Solo veías niños jugando con los cochecitos, niños jugando en el barro, en los charcos, cogiendo serpientes, niños, niños… Dicen las grandes organizaciones que muchos de ellos están acabando en trata de menores, utilizándoles para no se sabe qué.
Estás montando el siguiente documental "Los sueños de Idomeni" junto a tu hijo.
Mi hijo también viajó a Idomeni, cada uno por su cuenta. Como nos llevamos la cámara, vimos que teníamos que coger ese testimonio y denunciar lo que estaba pasando. Como él quería hacer un documental y yo quería hacer otro, nos juntamos y dijimos: ¿por qué no lo hacemos juntos? De ahí salió "Los sueños de Idomeni", que es un largometraje documental, donde hemos hecho un apartado muy importante de los voluntarios, sobre todo de las mujeres. Porque hay muchísimas mujeres que han dejado todo, y con su dinero se han pagado el viaje y han ido allí a ayudar. Lo estrenaremos en octubre y creo que es importante porque seguirá otras rutas distintas a los documentales que se están haciendo, quizás más periodísticos.
Europa se salta todos los tratados firmados y ratificados por sus países. Externaliza sus fronteras y pone de guardianes a Turquía y Marruecos, dos países que violan sistemáticamente los derechos humanos y que vetan el acceso a periodistas, ONGs, abogados… ¿Qué consecuencias puede traer esto?
Estoy convencida de que esto lo vamos a pagar todos. Va a llegar un momento en que esto va a dar la vuelta y nos vamos a arrepentir de lo que estamos haciendo. Porque el trato tan inhumano que se está dando a esta gente, es que no se les da ni a los animales. No se está teniendo en cuenta que son seres humanos como nosotros, que lo único que pretenden es tener una vida mejor, buscar un trabajo, poder seguir sus estudios. Mira, una de las cosas que más me impresionó del viaje a Idomeni fue cuando me decían que mayor el tesoro que tenían los jóvenes era su título universitario. Muchos lo llevaban envuelto en plástico y pegado al cuerpo para no perderlo. Querían demostrar, si en algún momento tenían la suerte de llegar a algún país de Europa, que tenían un título universitario, porque perder eso para ellos era perderlo todo, era perder el futuro.
[...] ahora mismo hay tres vallas de 6 metros de altura, además de un foso como de tres metros, que es casi imposible llegar a él. Y nos estamos gastando el dinero en dárselo a Marruecos para que reprima ese flujo migratorio [...]