Entrevistamos a Ernesto Almagro, bombero del Ayuntamiento de Madrid que viajó a Idomeni con un proyecto de Bomberos en Acción el 12 de abril. Tomó esta decisión tras conocer las informaciones que llegaban sobre los refugiados sirios, afganos, etc. Sintió que si su país no daba la cara, él debía hacerlo porque se sentía en cierto modo responsable..
Entrevista por Montse de la Cal
[...] Yo creo que no solo era el palé o la silla de ruedas lo que agradecía el hombre, sino el sentirse un poquito refugiado, porque en ese campamento no había refugiados, nadie les estaba dando refugio [...]
¿Cuál era tu misión como bombero voluntario en Idomeni?
Nosotros viajamos con la idea de dar cobertura a la carpa médica de Bomberos en Acción. El relevo que hacíamos era de un médico, una enfermera y dos bomberos. Dábamos cobertura logística a los médicos, tanto en medicinas como en la instalación de cualquier elemento en la zona, como por ejemplo, crear de una furgoneta una ambulancia. A partir de ahí llegas al campo y ves tanta necesidad que no te puedes quedar solo en eso. El primer día yo me dije que no quería trabajar, que prefería quedarme un poquito en la retaguardia para valorar qué se podía hacer y dónde. Y antes de acabar la frase ya estaba poniendo toldos a unas personas que lo necesitaban, porque sus criaturas estaban durmiendo en una tienda de 20 euros que no protegía absolutamente nada; a ratos había personas que te estaban pidiendo agua, o una tienda porque se les había destrozado la noche anterior por el viento. Las necesidades eran infinitas.
¿Participabas en el reparto de alimentos?
Esa acción no la teníamos encomendada, pero sí nos surgió, como muchas otras. El reparto de la comida lo llevaba una asociación que se llama EREC, unos bomberos catalanes que trabajaban fenomenal, y nos pidieron esa cobertura porque allí nos ayudábamos entre todos, ya que todas eran asociaciones pequeñas o voluntarios independientes. El proyecto de comida yo lo estaba intentando evitar porque esas colas tan tremendas de personas me parecían un poco trágicas, deshumanizadas, y eso que tú intentabas poner un poquito de gracia y humanidad, pero costaba mucho trabajo. Sobre todo cuando llegaba el momento en el que se cortaba la cola. Tener que decirle a un padre de familia que se quedaba sin la bolsa… pues no me apetecía mucho. Intenté evitarlo, pero al final tuvimos que hacerlo porque era otro de los proyectos importantes que había en Idomeni con EREC, y teníamos que sacarlo adelante.
En los días de frío los refugiados para calentarse quemaban plástico. ¿Colaboraste en la campaña de leña?
Esta campaña la empezaron unos bomberos compañeros de Leganés que estuvieron en el relevo anterior al nuestro. Nosotros la continuamos porque fue una idea buenísima. Por las noches, por donde andabas del campamento notabas la contaminación del plástico y eso lo estaban respirando constantemente todas las personas que había allí, niños, mujeres. Entonces se hizo una campaña mediática por internet, se le dio cobertura, mandaron algo de dinero y seguimos con el reparto de leña. Luego vinieron los bomberos navarros y también continuaron. O sea, que nos apoyábamos todos para que los repartos fueran un poquito más humanos, necesitabas gente para organizar la fila, que no se colaran y evitar conflictos, que fuera lo más organizado posible para dar ese trato con el máximo respeto.
[...] El compromiso de la acogida de España es vergonzoso. Vergonzoso por lo que implica a nivel humano y la cara que estamos dando. Aunque parece que la cara que quiere dar Europa es ésta [...]
¿Cómo empieza tu relación con Osman?
Unos días antes de que nosotros llegáramos había habido una manifestación y lanzaron botes lacrimógenos al campamento, donde estaban las tiendas. Eran bastante potentes; por lo que dicen los compañeros, no eran gases lacrimógenos como los que se usan por aquí, sino bastante más potentes. Imagínate el caos que se organizó ese día en el campamento. Una de las cosas que pasó es que llegó esta familia a la carpa amarilla para pedir atención porque los niños venían con ataques de ansiedad. Osman, con parálisis cerebral, ya tenía muchísimos problemas como para añadirle esto. Los compañeros que le atendieron vieron su necesidad y le pusieron una tienda al lado de la tienda médica para que estuviera controlado en todo momento. Cuando nosotros llegamos ya nos lo encontramos allí. Veíamos que el padre, Ata, que encima es un encanto, salía a dar alguna vuelta con su hijo siempre en brazos, no tenía otra manera. Y bueno, el primer acercamiento fue adaptarle una silla de ruedas con palés de madera y una colchoneta para hacerle una camilla y que pudieran llevarle de paseo. La familia nos lo agradeció como en la vida me han agradecido ningún gesto. Yo creo que no solo era el palé o la silla lo que agradecía el hombre, sino el sentirse un poquito refugiado, porque en ese campamento no había refugiados, nadie les estaba dando refugio.
¿De dónde llega la familia de Osman y cómo fue su viaje?
Venían de Afganistán. Recorrieron un largo camino hasta llegar a Lesbos e Idomeni, de dos, tres semanas de viaje andando, con autobuses, mucho tiempo a pie con Osman en brazos. Después, en la barca también tuvieron un naufragio, estuvieron dos horas a la deriva en el agua, toda la familia: el padre, la madre y los tres hermanos, uno de ellos Osman.
Se inicia una campaña en Change.org y La Sexta para traer a Osman a España. Recogéis 170.000 firmas que entregáis en el Congreso. ¿Cuándo te vuelves a reencontrar con Osman?
Después de la entrega de las firmas parece que el movimiento empieza a coger mucha fuerza, se convierte en viral, y el Ministerio se compromete a dar solución a este caso, que es una gota en un océano, pero bueno, por lo menos veíamos que esa familia podía salvarse, así que continuamos. El reencuentro fue pocas semanas después, se había conseguido que le trasladaran a Valencia. Vino al aeropuerto de Barajas y allí le recibimos varios de los voluntarios. Fue muy emocionante, pero yo no era capaz de alegrarme completamente, porque pensaba en todos los que se quedaban atrás. Tampoco creía que fuera la forma de hacerlo: que llegaran porque unos voluntarios habían dado la murga.
[...] El proyecto de comida yo lo estaba intentando evitar porque esas colas tan tremendas de personas me parecían un poco trágicas, deshumanizadas, y eso que tú intentabas poner un poquito de gracia y humanidad [...]
¿Cómo era la relación entre los voluntarios y los refugiados?
La relación a mí me sorprendió muchísimo. Es lo que más me ha afectado probablemente de lo que me he traído de Idomeni. Ha sido una buenísima la relación. Yo no entendía tanta amabilidad, tanta hospitalidad en las condiciones en las que estaban. Me intentaba poner en su situación y pensaba que estaría hundido constantemente, pero para ellos lo primero era la hospitalidad: siéntate, tómate un té, quiero que estés cómodo. Y a partir de aquí, bueno, si yo estoy sufriendo es otra cosa, pero quiero que tú estés a gusto. Para mí era inconcebible.
¿Conociste personas que decidieran volverse a Siria después de vivir en Idomeni?
Mucha de la gente con la que yo hablaba llevaban allí 3 meses y habían perdido toda esperanza. Decían que se volvían. Mi amigo Mohamed me decía que se volvía para Siria, que ya vería lo que hacía. Si le encarcelarían, si le cogerían para la guerra, si le matarían, pero que se volvía. Yo no era capaz de entenderlo. Bueno, aquí estás muy mal porque esto no son condiciones, pero puedes seguir con vida. Me decía que prefería morir a seguir sin vida realmente.
¿Crees que los voluntarios estabais supliendo lo que debería hacer Europa?
Por desgracia estábamos supliendo una necesidad que además me ofende tener que cubrirla, y quiero pedir explicaciones a mi gobierno por ese tema. No me gustaría quedarme solo con dar la respuesta, cubrirlo y nada más. Tengo que pedir explicaciones y exigir a mi gobierno que cumpla. Y creo que eso forma parte de lo que deberíamos hacer todos.
¿Qué te parece que el país del mundo que más refugiados acoge por habitante sea Líbano (1,1 millones), o que Etiopia, con una sequía que afecta a millones de personas tenga 700.000 refugiados, y España haya acogido a 305 personas de las 16.000 que se comprometió hace un año?
El compromiso de la acogida de España es vergonzoso. Vergonzoso por lo que implica a nivel humano y la cara que estamos dando. Aunque parece que la cara que quiere dar Europa es ésta, debe ser que a nivel político interesa. Lo que nos tenemos que plantear los ciudadanos es si queremos dar esta cara nosotros, que a lo mejor no nos lo hemos planteado. Si los ciudadanos no hacemos nada para cambiar esta actitud, estamos colaborando con el Gobierno. Tenemos que pensar y valorar si queremos participar de estas matanzas, porque al final son matanzas lo que estamos haciendo.
[...] Después de la entrega de las firmas parece que el movimiento empieza a coger mucha fuerza, se convierte en viral, y el Ministerio se compromete a dar solución a este caso, que es una gota en un océano, pero bueno, por lo menos veíamos que esa familia podía salvarse [...]